viernes, 10 de julio de 2009

Del fin de una practica magica...

Sí, era una práctica puramente consumista, basada en el efímero placer provocado por buscar algo, encontrarlo, y convertirlo en propio.

Pero era, de cierta forma, mágico.

Hace pocos días me entere que las últimas cinco tiendas de la cadena Virgin Megastore habían cerrado no hace mucho. Constate esto cuando en Orlando, al ir a visitar el lugar, me encontré con un enorme museo/tienda dedicada a la Princesa Diana (?!) Investigue en el internet y comprendí que el legendario y gigantesco almacén de música, películas y demás "pop culture" había sucumbido a sus problemas financieros y a la imposibilidad de competir con monstruos como Wal-Mart y sobre todo con el intangible imperio de Amazon.

Es lógico. Quien podría preferir gastar, por ejemplo, 25 dólares en un álbum doble de Leonard Cohen (recién adquirí tal colección así que por eso lo cito como ejemplo) en una tienda física como en FYE, a adquirir el mismo producto, entregado en casa en el buzón del correo, por tan solo 17 dólares en Amazon a través de la red? Obviamente, muy pocos. Lo he hecho alguna vez, y lo explicare más adelante.

Las tiendas de música en países como el de mi origen (Ecuador) sucumbieron ante el embate de la piratería y el tráfico de propiedad intelectual. En países como los Estados Unidos, el fracaso de almacenes como Tower Records o Virgin se debe a la imposibilidad práctica de competir en niveles de relativa igualdad con los grandes pulpos que se van comiendo todo lo que encuentran a su paso, y al apogeo de la música en formato digital. Por un lado, los ingresos de estos extintos almacenes dependían totalmente del margen de ganancia de los discos o películas, razón por la cual los precios eran mayores. En gigantes como Wal-Mart, la tienda más grande del mundo, el precio es menor porque los ingresos de la compañía no dependen solo de eso, y además son abrumadoramente mayores, como lo sería comparar los fondos en la alcancía de un ahorrador niño con las reservas de un banco.

Por otro lado, Amazon y sus incomparables precios han ido erosionando lentamente el mercado para las tiendas musicales. Ejemplos sobran alrededor mío (e incluso en mi propio caso) de discos y películas que evite comprar en una tienda física porque en la red me salía mucho más barato. En estas épocas de vacas flacas, ahorrar 7 dólares es esencial.

Finalmente, los mp3 y el downloading de música (y de películas con servicios como Netflix) han terminado por diezmar enormemente las posibilidades de ganancias con las ventas de discos y todo tipo de media en formato duro. Las grandes corporaciones como Target, Wal-Mart o Best Buy podrán sobrevivir tal embate, no dependen de estos rubros. Pero almacenes destinados solo a esto son criaturas en fase, no en peligro, de extinción.

Y nada podrá reemplazar, para quienes crecimos con eso, la magia de ir a nuestra tienda favorita a buscar y encontrar ese álbum, ese disco que tanto anhelábamos tener, o más aun, de hallar esa obra que nos cautivo solo con la portada y lo impactante de su arte grafico, y que nos forzó a probar la música de un artista desconocido. Cuántas horas me he pasado yo entre miles y miles de discos buscando algo nuevo que me sedujera, o hurgando afanosamente entre cientos de cajas plásticas todas ellas igualitas hasta encontrar la pieza que faltaba en mi colección! Como dije antes, alguna vez incluso he preferido pagar un poco mas por la, debo reconocer, estúpida gratificación instantánea de tener un disco en mis manos cuanto antes. El hecho de poseerlo, de ir a mi casa y abrirlo, de recorrer brevemente el folleto y de escucharlo, todo esto añadía una cierta magia a la compra de discos que ahora lamentablemente comenzara a desaparecer.

Por lo pronto, nos quedarán la red y las tiendas virtuales. Eventualmente hasta eso desaparecerá, y nos quedaremos con el muerto, estéril acto de bajar las canciones que nos gusten en formato digital, y no habrá ya colecciones de música ni discos que comentar y discutir con amigos, sino solo un crudo y frio laptop, encapsulando todas nuestras vidas en una sola pantalla. Zombies cada cual en su propio mundo oiremos nuestros Ipods sin importar lo que oiga el vecino. Capaz habrán reuniones en las que cada persona tenga su propio set de audífonos en sus orejas, cada cual totalmente distante del resto, haciendo a la escucha musical algo puramente individual, frio, personal.

Es posible que exagere. Al fin y al cabo, solo he constatado la muerte de una tienda de venta de discos. Una de las más grandes y entretenidas que había. El mundo sigue adelante.

Y yo tengo problemas para entender que los cambios que se vienen no los podre parar.

Y me entristezco y preocupo.

Y, mientras me quede tiempo, salgo a comprar algún nuevo disco, fuera de mi casa, lejos de mi laptop. Quiero salir de mi burbuja personal aunque sea un ratito.

4 comentarios:

  1. Acá en la patria ese placer que describes murió hace unos cinco años con la desaparición de Tower Records.

    Recuerdo era hasta un plan de una tarde, ir a hurgar cientos de discos, aunque no compre ninguno, en ocasiones encontraba portadas que llamaban mi atención y eso me hacía que vaya hasta el internet a buscar más información. Eventualmente culminaba con una nueva compra.

    Y por infantil que suene, uno de mis sueños primarios, cuando cursaba la adolescencia era poder trabajar en una tienda de discos. Lo imaginaba como tener a mi alcance una biblioteca (colección de música) enorme.

    Aún sigo pensando en ese, en tener una tienda de discos, como el trabajo soñado. Cada día los sueños se vuelven más utopías.

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  2. Yo tambien hubiera querido... Incluso algun dia hubiera querido retirarme de mi profesion y como actividad mas de distraccion que de necesidad trabajar en un lugar asi, con poca responsabilidad, pocas horas, pero rodeado de discos.

    Eso es cosa del pasado. Ya ni siquiera se necesitaran tiendas. Cada cual como zombie en su casa hara los downloadings que necesite. Solo. Individualistamente.

    Que asco.

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  3. Por casualidad, visitando nuestro querido ProgArchives, llegué a parar a tu blog y me topé con éste artículo que escribiste, más que interesante. Concuerdo con lo que decís y creo que actualmente lo que más conviene (yo no suelo bajar música por internet excepto que el material sea inconseguible) es, o bien comprar en una tienda online (Mercadolibre) o alguna disquería con precios RAZONABLES. Resalto ésto último porque, poniendo un ejemplo conocido, recientemente compré el último de Dream Theater que está editado en mi país (Argentina), la edición común, y costó 40 pesos argentinos (el equivalente hoy en día a 11 US$). Quizá ese precio es un poco más barato que Amazon, pero en el argentino promedio representa una buena suma, considerando que soy un usual comprador de discos. Sumado a eso, la música que nos gusta en general se consigue con discos importados, que pueden salir mucho más que los nacionales (con los impuestos de importación, etc).

    Por eso, hago énfasis en el precio de la música hoy en día, creo que hay mucha gente que, como yo, estaría dispuesta a comprar más si los precios bajasen un poco, y creo además que esa es la mejor arma contra la piratería.

    Por cierto, en el foro de la página soy el usuario Barla (tengo más de 4000 mensajes -cuánto tiempo perdí!-, y ahora soy un visitante ocasional de PA). Saludos.

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  4. Saludos! Tu comentario es acertado en mi opinion. Los precios de la musica en formato duro aun son muy altos por todo lo que debe pagarse con ellos pero tambien por los exagerados beneficios que desean obtener las disqueras. Solo espero que ellos comiencen a bajar antes de que sea muy tarde y los MP3 maten por completo al CD.

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