miércoles, 17 de junio de 2009

TOM WAITS - Alice (2002)


No pretendo juzgar como experto en la materia la música de un artista a quien no conozco lo suficiente y cuyo género jamás he comprendido del todo. Simplemente me limito a expresar mis sentimientos y en definitiva la impresión que Alice, obra del icónico TOM WAITS, ha tenido en mí.

Ni siquiera sé cómo llamar este estilo musical. “Música de autor”? "Rock existencial"? Más aun: dudo que las consideraciones puramente musicales sean las más apropiadas para encasillar a un estilo en el que la letra y la expresión de un estado intimo son usualmente mucho más relevantes (y elaboradas) que los sonidos que les sirven de fondo. Tal vez, como le comenté alguna vez a un amigo (aquél que me ha impulsado a oír a todos los artistas de este género que he escuchado, incluido TOM WAITS), al menos en mi forma de ver las cosas, debería usarse otro termino distinto a simple música para catalogar al arte de estos recitadores de cuentos del corazón y divulgadores de dolores del alma. Tampoco es mera poesía, claro está. Es un matrimonio que parecería ningún credo quisiera sancionar, si bien millones de feligreses lo siguen cual sagrado sacramento.

Debo decir que de mis experiencias con este “rock de autor” como lo llamaré muy a mi pesar, la de TOM WAITS es una de las más interesantes y complejas que he escuchado. En Alice, el maestro usa su magia con el verbo y, sobre todo, con su arte para usarlo cual reflejo de un alma, de maneras asombrosas. Quien vaya a escuchar un disco como éste y se niegue el placer, o mejor dicho, se evite la obligación, de hacerlo con el librito con las letras en frente, entenderá menos de la mitad de la esencia de este disco y posiblemente gozara mucho menos del mismo. Es imprescindible, en mi juicio, llegar a una profunda empatía con el personaje (Lewis Carrol seria éste, atormentado con su imposible – nefasto – amor hacia la pequeña Alice) para poder apreciar el excelso arte que informa a este álbum. Es necesario poder ponerse en zapatos del protagonista.

Y lo genial de TOM WAITS es que sus letras, lejos de hacer de esta necesidad una penosa tarea de seguir un cuento, ponen al oyente/lector directamente en la escena, no como mero espectador, no como actor tampoco, sino como parte espiritual del problema. Uno puede llegar a convertirse en el sufrido carácter principal no porque desde arriba se le ha impuesto tal cosa mediante letras conductivas a ello, sino porque al descorrer el velo de las profundas frases de WAITS la verdad se revela no como mera ocurrencia de eventos sino como diversas situaciones del alma, de la mente, del corazón, del cuerpo. No vemos lo que pasa, sentimos lo que otro siente.
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Obviamente, y aquí es donde la unión entre lirica y música es evidente, nada de esto fuera posible si los textos fueran recitados sobre un fondo musical menos apropiado y con recursos menos creativos. La voz de WAITS no ganará nunca premios por su calidad objetiva, pero, cuántas veces he escuchado a un cantante pintarme una escena interior con tanta facilidad? WAITS puede sonar a un borracho acabado en medio del ruido mundanal sufriendo su calvario, y enseguida ese mismo beodo nos fuerza a hacernos a su lado, a llorar por él porque Alice es tan solo un sueño desquiciado; WAITS puede parecer grotesca caricatura circense y de repente llevarnos a un mundo de peligrosa, amenazante jovialidad infantil con juguetes abandonados y un arlequín con la cara maquillada con barro. El viaje por la locura y el acido del país de las maravillas se torna en un tour por los callejones de un tugurio lleno de figuras increíbles.

La música tiene también un carácter variado, va desde un jazz fácil pero elegante hasta un blues arrabalero y surgido de adentro, por aquí momentos de juegos con el rock y por allá figurillas propias de algo mas folk o incluso más vilmente popular, hasta vulgar. Los fondos musicales, simples y apropiados, se conjugan con los desvaríos vocales del autor y nos retratan un mundo de ironía, dolor, sufrimiento y belleza.

Disfruté mucho del disco. No diré que lo hice tanto como aquellos quienes tienen más facilidad para comprender este estilo artístico donde más que a un concierto asistimos a una obra de teatro recitada y sonorizada. Me siento más amplio en mis conocimientos, eso sí, tras escuchar a WAITS, y he crecido un poco. Sin duda, tratare de seguir conociendo más de sus obras.
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8/10
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(Para un comentario menos frio y mucho mas intimo de esta obra de Tom Waits sugiero visitar este enlace http://paul-o-pedia.blogspot.com/2009/06/alice-2002.html)
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1 comentario:

  1. En el clavo has dado. El disco es la música del ensamble sobre tablas en el Teatro de Hamburgo en que fue partícipe Waits.

    Para mi, las primeras escuchas fue saborear un trago amargo, de esos a los que el paladar no está del todo preparado, ahora lo puedo saborear.

    Es una gran invitación a escuchar a Waits la que has escrito, y es que es complejo de explicar, como decía el Pescado: una vez que oyes a Waits te conviertes en su apostol, empiezas a predicar su verdad.

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