jueves, 11 de junio de 2009

NO-MAN - Schoolyard Ghosts (2008)


Pareciera ser que el objetivo de este álbum es contagiarnos a todos de la depresión que evidentemente padecen sus autores.

No estoy muy familiarizado con la carrera de Tim Bowness, vocalista y 50% del tándem creador en NO-MAN. Pero sí conozco, y a fondo, a la otra mitad de este equipo: Steven Wilson. He escuchado todos los álbumes realizados con su banda, PORCUPINE TREE, además de proyectos secundarios como BLACKFIELD e incluso su propio trabajo como solista. En todos los casos, la música de Wilson me satisface completamente, con sus elementos sicodélicos, violentos, enfermos, morbosos, y a la vez atmosféricos, mágicos, narcóticos, hasta el punto de convertirse en uno de mis hallazgos favoritos de los últimos años y, en el caso de PORCUPINE TREE, colocarse entre mis bandas favoritas.

Es por eso que la decepción es aun mayor de lo normal en el caso de NO-MAN. Este es el primer disco producto de la colaboración de Wilson con otro artista que me deja no solo con mal sabor de boca sino, peor aún, sin sabor alguno.

El problema con la música de NO-MAN radica, en mi opinión, en su carácter repetitivo y totalmente falto de audacia, totalmente vago si se me permite. El recurso en todas las canciones es el mismo: ritmo lento, muy lento, guitarras acústicas o teclados imperceptibles marcando alguna progresión de acordes bastante mundana, y la voz de Bowness tratando de expandir la depresión como si se tratara de una epidemia que todos estamos obligados a sufrir de cerca.

Sí, la música es triste, muy triste, y a lo largo de todo el disco. No hay un momento de luz, de esperanza. Todo es gris, como la portada. Se respira un aire de nostalgia, de recuerdo de épocas pasadas que nunca volverán. Esto en esencia no está mal. Es más, música triste ha sido la predilecta de mis gustos particulares desde siempre (mi favoritismo por música compuesta en tonalidades menores no puede sino evidenciar este hecho) , pero música triste sin belleza es lo mismo que algún postre lleno de azúcar pero sin ningún sabor especial: dejara la boca dulce y saciara las necesidades de glucosa pero no dejara ninguna huella más duradera, no significara real placer; lo mismo sucede con NO-MAN: es triste y golpea con su pesimismo pero no llega al alma simplemente porque la música carece de melodías verdaderamente memorables o de pasajes de belleza superior.

A algunos puede encantar este trabajo, pero a mí me deja totalmente insatisfecho. Para un ejercicio mucho más competente y bello en expandir la depresión, sugiero Damnation de OPETH, banda que aprendió mucho en sus colaboraciones con Steven Wilson, artista que es garantía de calidad en casi todas sus creaciones, pero que con la ultima produccion de NO-MAN me ha demostrado que el también puede grabar un álbum que me haga suplicar "no-more!"
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6/10

2 comentarios:

  1. Es bueno aparezcan comentarios no positivos a discos que presumíamos positivos, eso tiene un efecto saludable en mi bolsillo... jajaja...

    Dejando de lado eso, te alcanzo a entender que lo que le sucede a NO MAN es depresión angustiante, pero por la monotonía. Recuerdo Blackfield son extremamente depresivos pero nunca monótonos.

    Insisto. Un ahorro a mi bolsillo. E Insurgentes?

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  2. Pronto la insurgencia, pronto...

    Correcto, NO-MAN es bastante monotono... las canciones tan simples, pero esa simpleza que a ratos parece vagancia... Ademas de Wilson espero siempre melodias y canciones memorables...

    Si la musica depresiva es saludable!

    Apoyo el ahorro en este caso...

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