lunes, 18 de mayo de 2009

BURZUM - Anthology (2008)


Los discos recopilatorios o "greatest hits" pueden tener, en mi opinión, solo dos objetivos legítimos: uno, dar una visión general de la obra de un artista a un aficionado que la desconozca y que quiera una especie de "resumen" de una discografía, o, dos, proveer a personas que no pretendan adquirir más de un disco de una agrupación de un buen conjunto de canciones que de cierta manera convierta a tal hipotética compra en algo redundante. Sin embargo, la realidad me dice que en muchísimos casos los "best of" no son más que intentos por las compañías disqueras de obtener más plata de fans ávidos de cualquier tipo de media que lleve el nombre de sus músicos favoritos. Solo así se explica que algunas bandas tengan más de cinco álbumes de "greatest hits", todos ellos casi con las mismas canciones.
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Pero existe una razón adicional que puede justificar la presencia de esta clase de colecciones, y es el caso de artistas cuya obra es difícil de conseguir en el mercado. En estas circunstancias, una compilación no puede sino ayudar a que su música sea mejor conocida y a evitar el riesgo de que se pierda en el limbo a donde lamentablemente se ven desterradas miles de canciones todos los días. El disco que aquí comento es un ejemplo de esto último.

BURZUM, más que una banda, es una idea, un concepto, de un artista único: el vilmente celebre (sobre todo en Noruega donde su nombre es sinónimo de maldad para la prensa interesada en el tema) Varg Vikernes, o Count Grishnack, para recordar el nombre que utilizo durante su breve colaboración con la banda MAYHEM. Vikernes adquirió fama no tanto por la música que creó para su proyecto, sino por sus actividades extra-musicales (ser acusado de incendiar decenas de iglesias -aunque nunca encontrado culpable-, ser sentenciado a prisión por el asesinato de su colega Oystein Aarseth - Euronymous - de MAYHEM, manifestar todo tipo de convicciones pan-germánicas, simpatizar con el nacionalsocialismo y con tendencias extremas.) De varias formas, Vikernes logro convertirse en el "poster child" del movimiento de black metal Noruego de los 90, y pasó a representar todo lo que estaba mal con la tendencia. Y mientras la opinión publica discutía sobre sus últimas declaraciones o lo usaba como personificación del mal, la excelente música que creó quedo relegada a un segundo plano.

Pero entre los amantes del black metal, BURZUM nunca ha pasado inadvertido, y en cierta forma se ha convertido en un grupo de culto, colocado al mismo nivel que los máximos representantes de la segunda ola, MAYHEM, DARKTHRONE, IMMORTAL, EMPEROR. La música de Vikernes (con una excepción, en todos los discos todos los instrumentos han sido tocados por él mismo) ha desafiado a los que han intentado describirla y encerrarla entre los rigidos esquemas del genero. Increíblemente repetitiva, profundamente oscura y melancólica, por momentos rondando mas las tierras de la música ambient que los territorios del metal, las canciones de BURZUM no son las más fáciles de digerir, pero si bien a algunos puede no gustarles la propuesta, a nadie le pasara inadvertida ni menos aun será descartada por falta de originalidad. En esencia, al menos durante los 4 primeros discos de la "banda", la música es black metal, con abundancia de blast beats, tremolo-riffs, voces agudísimas y guturales, estructuras irregulares, riffs de interés más melódico que rítmico, y grabaciones dignas de una banda de garage (en Filosofem, se dice que Vikernes llego al extremo de grabar la voz a través de audífonos (?!) para asegurarse de que sonase absolutamente cruda y cual salida de los infernos.) Sin embargo, muchos elementos presentes en las canciones acercaban la música mas a una suerte de avant garde que al género de metal más cercano a Satanás. La importancia de las texturas, el apego por armonías a veces disonantes, el uso de la repetición como elemento creador de un mood - lo que lo acercaba también a la música sicodélica y electrónica -, dieron a la música de BURZUM un carácter totalmente original. Las actuales tendencias avant garde del black metal (sobre todo en Francia y en Estados Unidos) deben mucho a los primeros trabajos de Vikernes. Su acercamiento a la música electrónica, inicialmente voluntario, se convirtió en forzoso cuando, ya en prisión, el músico tuvo que recurrir a un sintetizador para grabar sus dos últimos álbumes al serle negado el acceso a otros instrumentos.

Los 6 álbumes que Vikernes ha producido (tres en prisión, dos dentro de ella, uno creado afuera pero producido y lanzado al mercado ya dentro) son difíciles de conseguir y usualmente tienen un costo mayor al normal, razón perfecta para que se haya decidido editar esta compilación llamada, simplemente, Anthology. Afortunadamente, la selección de las canciones ha sido realizada con gran conocimiento y precisión. A lo largo del disco se da una mirada a todas las épocas de BURZUM, desde sus inicios más puramente black metal, pasando por las experimentaciones más ambient de Filosofem, hasta los últimos trabajos electrónicos. Sabiamente, se han incluido dos pistas de cada una de las dos obras que mas laureles han recibido de parte de la crítica, Det Som Engang Var y Filosofem, además de la excelente canción del mismo nombre del aclamado Hvis Lyset tar Oss, una canción del debut, y una del morbosamente celebre EP Aske (cuya portada es una foto de la iglesia de Fantoft, en Noruega, luego de que las llamas, supuestamente causadas por Vikernes, la dejaran en ruinas). Adicionalmente, se incluyen una canción de cada uno de los dos discos enteramente creados y producidos en un sintetizador en prisión, Daudi Badrs y Hiloskjalf. De esta manera se da un vistazo a todas las etapas recorridas por BURZUM, dando énfasis a los momentos cúspides de su capacidad creativa.
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La presente recopilación es un éxito, y la mejor prueba de aquello es el efecto que produce: la necesidad de conocer más, y con mayor profundidad, de la obra de Vikernes. Es el objetivo que, supongo, toda compilación debería alcanzar en los ojos de quienes la producen. Y en el caso de Anthology se cumple a total cabalidad.
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Me permito una última palabra: poco debe importar a quien guste de la música las opiniones y, en general, la persona real que está detrás de una obra. Porque al final lo que queremos al escuchar un disco no es encontrar un role model (al menos quienes ya tenemos edad para distinguir entre lo que debemos hacer y lo que no) ni pretendemos tampoco emparentarnos con el artista. Lo que deseamos es ser transportados a algún otro lugar, ser estúpidamente distraídos por un momento del mutismo y de los sonidos monótonos que nos rodean. Algun rato espero escribir al respecto, pero valga la ocasión para reafirmar que, por más descabelladas que me puedan parecer algunas de las posturas y actitudes de Vikernes, no puedo sino recomendar su música.
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Y que ardan las iglesias, después de todo...
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(sin rating - compilación)

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